miércoles, 30 de agosto de 2017

Por la Casa Mieres: Algunas aves.

En los alrededores de la Casa Mieres hay algunas aves interesantes, la más destacable es la pequeña colonia de gorrión chillón (Petronia petronia).











Se les encuentra fácilmente en la misma edificación que da nombre al lugar.













Hay una buena colonia también en los aleros del tejado de avión común (Delichon urbicum).











Es casi imposible estar por allí unas horas y que no te sobrevuele algún ejemplar de buitre leonado (Gyps fulvus).











Y es muy sencillo también, por estas fechas, ver a las reproductoras collalbas grises (Oenanthe oenanthe libanotica).














Y en el embalse de las ranas que os enseñaba en la última entrada, también vimos a un par de lavanderas boyeras juveniles (Motacilla flava iberiae).








Con ese plumaje extraño pueden despistar mucho y parecerse a algún tipo de bisbita.

martes, 29 de agosto de 2017

Por la Casa Mieres: Muchas pero que muchas ranas.

Tuvimos la suerte de estar de excursión en la Casa Mieres en plena explosión reproductiva de la rana verde ibérica (Pelophylax perezi), lo que significa que se oía el croar ya desde la propia Casa Mieres.











Desde el embalse por encima del pueblo, el sonido era atronador.












Cientos de ranas, por todas partes, daba igual que fuese en el agua, sobre las plantas acuáticas o sobre el barro que removía el ganado.












Todo un espectáculo visual y sonoro.












No cabe duda que la importancia que tienen estas pequeñas masas de agua en la montaña cantábrica para los anfibios.











Y para todo el pequeño ecosistema, ya que sobre las huevas de las ranas predan un montón de insectos acuáticos en peligro y otros anfibios menos comunes que nuestra rana.









No resultó nada difícil, con el bastón de la excursión, y una bolsa de plástico atada, capturar varios ejemplares para que los peques pudiesen, sin tocar a las ranas, conocer la anatomía y las simpáticas costumbres de unos animales que para los niños de ciudad son poco menos que ciencia ficción.












domingo, 27 de agosto de 2017

Aviones roqueros en Mondoñedo

De vuelta a Asturias, la espesa niebla nos hizo tener que salir de la autopista y recorrer la carretera que atraviesa Mondoñedo. Aprovechamos para parar aquí y visitar la catedral y la sorpresa fue mayúscula.

Es normal y muy agradables ver en las iglesias españolas colonias de aviones comunes, vencejos de varias especies y golondrinas comunes, pero lo que no es tan normal es que la colonia sea de aviones roqueros (Ptyonoprogne rupestris).










Efectivamente, muy por encima de nuestras cabezas, varias parejas criaban sin descanso a sus polluelos.











La fachada románica-gótica-barroca de esta catedral tan bonita hacía de repisa para este especialista en anidar en acantilados (o parecidos).













Espacio tenían de sobra.












En vuelo era imposible seguirlos, pero aproveché que este ejemplar se posaba en una cornisa para sacarle partido a los 2000 mm de focal de mi trabuco.





Se hace raro ver a estos ágiles dominadores del cielo parados y tranquilos.










Con ese desmesuradamente ancho pico, es normal que todos los mosquitos acaben en su gaznate.








Os dejo un vídeo.















También, por supuesto, aprovechamos para pasear por esta hermosa villa lucense.










Me pasa como al amigo roquero, yo tampoco soy de pararme mucho, así que este paisaje vital de Mondoñedo no es para mí.












Pero una tarde sí se puede parar y disfrutar muchísimo de Mondoñedo.

jueves, 24 de agosto de 2017

Un bicho que me da grima: el reduvio.

Completamente irracional, lo sé, pero el reduvio, en este caso, creo que un Rhynocoris cuspidatus, visto en Fisterra, siempre me causó repelús. Tendrá que ver con el miedo que me dio la primera descripción que leí de crío de este tipo de animales en los relatos de Darwin, o por haber visto en persona en mi trabajo los estragos que sus parientes sudamericanos causan en la población como vectores de la enfermedad de Chagas, pero nunca he conseguido que me caigan bien.

miércoles, 23 de agosto de 2017

Dunas gallegas: Traba.

Termino aquí con esta serie de entradas sobre las preciosas dunas que me encontré en vacaciones, especialmente interesantes porque estaban en plena floración. Con todo, aquel día en Traba ni todas las flores de las dunas tapaban el hedor de la marsopa (Phocoena phocoena) que me encontré un poco apartada en la duna.








Por el tamaño, forma de las aletas y forma de los dientes, aunque no soy ningún experto, y la lógica es que este pequeño cetáceo, que habita por aquí, y al que he visto varias veces mientras observaba aves amarinas, sea el infortunado.










Estaba lleno de artrópodos carroñeros por dentro, desde luego se habrán dado un buen festín estas últimas semanas, y en unos meses el esqueleto va a estar limpio y digno de exposición.










De las plantas que hablábamos, abundantes y variadas, la más llamativa porque tapizaba amplias zonas de la postduna, la algodonosa (Otanthus maritimus).











También muy frecuente en esta zona alejada del mar, la armeria de mar (Armeria pubigera).












Abundantes y espectaculares, los nardos marítimos (Pancratium maritimum).













Más cerca del mar, jugándosela cada invierno en su conquista de las dunas recién creadas, la lechetrezna de las dunas (Euphorbia paralias).










Misma situación la del ubicuo cardo marítimo (Eryngium maritimum).












En el interior hay una laguna que en invierno es una delicia, por lo que cuentan, pero en verano estaba seca, siendo un reino de carrizos y juncos.












Desde el observatorio, nada que ver, salvo pequeños pajarillos.












Ni siquiera posaron bien, no sé dónde enfocó la cámara al escribano soteño (Emberiza cirlus).











El zarcero políglota (Hippolais polyglotta) sí posó decentemente.
















También las tarabillas comunes (Saxicola rubicola).











Buenos bandos de pardillo común (Carduelis cannabina).









Y afortunadamente, también de gorriones comunes (Passer domesticus).









En definitiva, un paseo muy agradable complementario a la deliciosa playa de Traba.













En invierno volveremos.

Las dunas gallegas: Corrubedo.

Casi hay que decir la Gran Duna gallega, es enorme y altísima pero para fastidio de la mayoría de la gente que nos cruzamos (y alivio mío) no se puede cruzar ni subir a ella.











Ésto, que es un estorbo para los turistas, que claramente pretenden entrar, pisotear un poco, sacarse un p**o selfie y largar corriendo, ha conseguido (parcialmente, por el número de huellas que siguen viéndose) evitar la degradación de esta lengua de arena, y permitir el desarrollo de un paisaje y una naturaleza de lo más interesante.







Quizás algún día no hagan falta carteles o vallas, por ahora, son necesarios.












Nos encontramos una extensión enorme con plantas en flor sobre las dunas consolidadas, como el mastuerzo marítimo (Lobularia maritima)...










...la Suaeda maritima...














...o la manzanilla bastarda (Helichrysum stoechas).

sábado, 19 de agosto de 2017

Las dunas gallegas: Lariño.

Otra increíblemente hermosa playa del concejo de Carnota, estupendamente preservada para lo que suele ser normal para estas playas en España. Gracias a ello pudimos ver de nuevo el espectáculo de la duna en explosión de colores y aromas.

Entre las muchas cosas que allí vimos, por ejemplo la preciosa flor de la Matthiola incana. Todo colorido.
En su color complementario, el amarillo cardo lechero, o Scolymus hispanicus.
También violáceas las flores de la Malcomia littorea.
La viborera (Echium sp.), la cual no me atrevo a  identificar más allá del género.
Más discreta, la correhuela de playa (Calystegia soldanella).
Más roquera, la zanahoria marítima (Daucus carotta gummifera).
Y por todas partes, el cardo marítimo (Eryngium maritimum).
Llamativa y simpática para todos, la cola de liebre (Lagurus ovatus).
Y finalizo con una planta que me sorprendió por su gran tamaño, la malva arbórea (Lavatera arborea), como era de suponer, aprovechando los aportes orgánicos de las gaviotas en los límites de los roquedos y el Faro.