domingo, 30 de abril de 2017

Cómo convertir un paraíso en mierda.

Hace años que mi playa asturiana favorita, por muchas razones, es el Sablón de Bayas.

Esta playa es monumento natural, y cuando la conocí acababa de pasar lo del Prestige, y pensé que no se recuperaría jamás, pero lo hizo.
Por desgracia, esta playa es tan enorme gracias al aporte de arena del río Nalón, y esa arena arrastra mucho carbón, pero también mucha porquería.








Miles de toneladas de basuras, especialmente plásticos, que en su día, sin depuradoras, sospecho, quedaron atrapadas en las capas de arena más profundas, y que, con los temporales cada vez más frecuentes y constantes, afloran a la superficie. También material moderno tirado directamente al río en tantos y tantos pueblos. Se encuentran por miles y miles los pequeños fragmentos plásticos erosionados por el mar, y para un arqueólogo de la basura no le costará encontrar restos de objetos que hace décadas que ya no existen, lo que por desgracia demuestra lo difícil o imposible que es eliminar la basura una vez llega al medio ambiente.

Me gusta ir cada primavera, tras los temporales y las riadas, y ver qué deja la mar. En años como el 2010, en el que hubo una riada espectacular, fueron tantos miles los troncos que llegaron aquí que hizo falta el trabajo de una flota de camiones para deshacerse de toda la madera. Este año, con un invierno más suave, no fue para tanto, pero me encanta ver los troncos, algunos de más de 20 metros de largo, varados en la playa. servirán de asiento en la playa durante todo el verano, hasta que la fuerza de otros temporales los destrocen y los manden mar adentro.









Pulidos y molidos, los troncos depositan en la playa miles de microesculturas que uno no puede dejar de admirar en los paseos por este arenal. Muy diferente esta "basura" de la basura plástica, que da asco.










Como cada año, justo antes de que lleguen los turistas, el ayuntamiento se afanará en limpiar la capa de basura superficial, y hay que dar las gracias porque si no sería imposible caminar por la playa de cómo está de porquería, la verdad es que menuda sociedad estamos hechos.









Son miles de metros cuadrados literalmente tapizados de mierda.


Con lo fácil que sería depositar la basura donde corresponde y no pensar que con mirar a otra parte ya está todo solucionado. poco a poco esta playa ha ido perdiendo su naturalidad, y creo que en la zona cubierta por el agua debe haber mucha más basura, ya que cada vez se ven menos conchas en la arena, y se infiere que la vida ha ido  amenos, cada vez trae menos la marea, aunque en algunos puntos da gusto ver materia orgánica y no plástico.





Hace años desde MAVEA hicimos un acto reivindicativo (al que poca gente fue y menos aún lo recuerda), y recogimos y catalogamos toneladas de basura plástica. ya entonces nos dimos cuenta que esta basura estaba acumulándose en las capas más profundas de arena y estaba infiltrándose en la cadena trófica, a través de las plantas.


Y, efectivamente, es fácil, por desgracia, ver que por culpa del calentamiento y la subida del nivel del mar, cada vez el mar llega más lejos en los temporales, dejando al descubierto las capas de arena antiguas, y viendo cómo las raíces de las plantas rodean la basura antigua. Una tristeza.







Con la madera pulida, en familia, nos gustaba hacer juegos, esculturas, bastones, como este tipo "Gandalf". Pero últimamente cada vez resulta más difícil disimular las toneladas de basura que nos rodean. Disfrutar de un paisaje se hace difícil, por épico y fotogénico que sea, cuando sabes que lo que tienes bajo tus pies es basura y más basura.











Una auténtica pena que las tonterías con las que entretienes a tus hijos, como recoger caparazones de cangrejo para hacer un cuadro efímero, tengan que hacerse con cuidado, para no cortarse con los desperdicios.












Insisto, resulta inexplicable que por todas partes, incluso en estos paraísos a los que deberíamos acudir a despejar nuestra mente y cargarnos de belleza, sea más difícil cada vez disfrutar de los frutos que la naturaleza deja en la playa y tengamos que soportar el demonio de los desperdicios que la sociedad moderna deja a su suerte por todas partes. ya no hay lugares que se salven, es un desastre.






Por si fuéramos pocos, el cambio climático está haciendo que los temporales impacten contra la costa y destruyan las dunas que llevan formándose siglos, erosionándose y formándose un escalón cada año más abrupto. Las pobres plantas siguen intentando avanzar, pero lo hacen en territorio enemigo, en arenas más bajas que, por una parte, son aplastadas por el turismo de masas que hace años no existía en esta playa, y que era más respetuoso y más amigo de la naturaleza que el actual. Y, por otra parte, llegará el invierno y arrancará con furia los plantones que hayan sobrevivido.

Cada vez resulta más difícil que sobrevivan plantas antes tan características de las dunas asturianas como la lechetrezna de las dunas (Euphorbia paralias)...











...o el cardo marítimo (Eryngium maritimum).












No sólo es una cuestión de protección de la naturaleza, es protección del paisaje, de la estética. Cuando estas plantas desaparecen, sólo hay arena. puede que esto sea a lo único que quieren aspirar los turistas de este milenio. A mí me cuesta pensar que sea así de verdad.

Podríamos pensar que esta playa ya no puede soportar más calamidades, pero la sorpresa esta primavera fue ver que también hasta aquí llegan los iluminados del fuego.


Y llegaron de una manera salvaje, arrasando el precioso telón de fondo de la playa que constituían los acantilados llenos de flores en primavera, y de cantos de acentores, chochines, currucas y demás, que han cesado.

Por si fuera poco, el fuego ha descubierto las vergüenzas que tapaba la vegetación, cientos de latas de bebida que se tiraban al mato por no llevarlas a casa o a un contenedor. Ojos que no ven...










...y lo bien que entra en pleno verano una cervecita. Pero a alguno se le olvida que esta y todas las playas del mundo son un lugar para el placer, y no hay placer en tirar entre la vegetación todo lo que nos estorba, ¿dónde está el civismo, la responsabilidad, el gusto por cuidar de lo nuestro?








Habría muchas más cosas que decir, pero lo resumo aquí: esta es una de las playas más hermosas del Cantábrico, está legalmente protegida, y nos pertenece a todos. ¿Nadie va a hacer nada por salvarla, a nadie le preocupa, va a perder todo su atractivo, sin más?







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