lunes, 5 de septiembre de 2016

Por la Albufera de Es Grau

Tenía muchas ganas de conocer la Albufera de Es Grau, en Menorca, y salí muy contento y con buenas sensaciones.
















Habría que calificar como excelentes tanto los senderos como los observatorios, diseminados a lo largo de varios kilómetros del borde de la reserva.
 Aunque algunos de ellos están bastante alejados, y hace falta óptica de largo alcance, en otros es fácil localizar a la avifauna, aunque, como en este caso, el ansiado calamón (Porphyrio porphyrio) se pone a contraluz y no hay nada que hacer...



















Una pena porque estuvo un buen rato al lado mismo, pero cuando la luz es así de mala no hay más remedio que conformarse con observarlo y dejar para otro día la fotografía.












Otro ejemplar, muy lejano por desgracia, dio una buena demostración de la peculiar manera de comer bulbos de los vegetales sumergidos bajo el agua, usando espectacularmente sus enormes patas y el pico para trocear y literalmente pelar los tallos.













A diferencia de otros humedales mediterráneos, hay una extensa orla muy feraz de leñosas, haciendo de excelente parapeto para las aves, con arbustos tan intrincados como el lentisco (Pistacia lentiscus)...








...la sabina marina (Juniperus phoenicia turbinata)...











...o el acebuche (Olea europaea sylvestris), en este caso cubierto de abundantes líquenes y epífitas, lo que da muestra de la limpieza del aire de este lugar.











Todo esto hace que prosperen muchos pajarillos de la maquia, siendo sin duda el más abundante la curruca cabecinegra (Sylvia melanocephala).













En la propia albufera, aunque no había gran variedad de aves, hay que tener en cuenta que julio es muy mal mes, y sin embargo estaba lleno de acuáticas, sobre todo fochas comunes (Fulica atra).









Centenares de ellas en cualquier parte donde se mirase.









Estuve mirando bien concentrado por si saliese la sorpresa de alguna focha moruna, pero no hubo manera.










Sí que había varias decenas de pollos de gallinetas comunes (Gallinula chloropus). Sus padres no andaban lejos.







Entre los cañizos, una presencia muy agradable, la garza imperial (Ardea purpurea). Había un par de ellas.












Esperaba ver muchas zancudas, pero en esta ocasión estaba claro que la fecha no era la más indicada.











Igualmente, las anátidas no eran muy abundantes, siendo casi todos ánades azulones (Anas platyrynchos).










Algunos zampullines chicos (Tachybaptus ruficollis) bien guapos.














Además de las abundantes gaviotas patiamarillas (Larus michahellis michahellis), algunas limícolas, en números pequeños, como cigüeñuelas, chorlitejos chicos y grandes, andarríos chicos y grandes, me imagino que en paso, por ejemplo ahora mismo, me hubiese encontrado muchos más.









En resumen, aunque no vi tantas aves como esperaba, lo agradable del paseo, y el paisaje tan acogedor me hicieron salir muy contento de este espacio natural menorquín.

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